Puente Nuevo
Puente romano reconstruido, justo al final de actual puente. |
Descripción
En el año 1120 Pedro Peregrino ordenó la construcción de un puente de 150 metros para salvar el caudal del Miño. A partir de esta construcción se desarrolló el núcleo de población, con sus hospitales y hasta una leprosería. En el margen izquierdo del río se encontraba el monasterio templario de Santa Cruz de Loyo. El puente fue destruido tras las batallas mantenidas entre doña Urraca y su ex marido Alfonso el Batallador. En 1962 el destino quiso que esta villa jacobea quedara enterrada bajo las aguas del embalse de Belesar, del Miño, perdiéndose todos los monumentos que fueron testigos del tiempo de los peregrinos medievales. De esta circunstancia sólo se libraron algunos monumentos, que habían sido trasladados piedra a piedra hasta su ubicación actual.