Historia
Habitada desde el paleolítico, la primera mención del nombre de Galicia se halla en un texto griego del siglo IV a.C. Según los clásicos, los celtas resistieron durante años a los invasores romanos, llegados en el año 137 a.C. bajo la dirección de Décimo Junio Bruto y, más tarde, de Julio César. Posteriormente, según cuenta la leyenda, Galicia fue evangelizada por Santiago para ser luego ocupada por los suevos y los visigodos.
A los celtas se los conoce por ser un pueblo de origen oscuro, agricultores y ganaderos, que adoraban a la serpiente y a los árboles, símbolos de la fertilidad de la naturaleza. En antiguos textos griegos se recogen leyendas de esta población, tales como la de los estrimnios, primitivos pobladores de Galicia, que fueron ahuyentados por una invasión de serpientes. |
En el siglo IV a.C. los celtas iniciaron su expansión por gran parte de Europa central, la Galia, las islas británicas y la península Ibérica. Con ellos se introdujo en Galicia la cultura del Hallstatt, que produjo sus características construcciones llamadas castros, colinas fortificadas donde se refugiaban los habitantes de una comarca en caso de peligro, y que son lo más representativo que se conserva del poblamiento celta. Semejantes a los castros, las citanias eran pequeñas ciudades permanentes, siendo una de las más conocidas la de Santa Tecla, cerca de A Guarda, en Pontevedra.
Por ello, los gallegos reivindican su origen celta como el más característico de su identidad, compartiendo con Irlanda, Gales o Escocia gran parte de su cultura y su profundo sentimiento por la naturaleza, sentimiento que se aprecia en sus tradiciones, leyendas y mitos, supersticiones, el arte, la música...
Por ello, los gallegos reivindican su origen celta como el más característico de su identidad, compartiendo con Irlanda, Gales o Escocia gran parte de su cultura y su profundo sentimiento por la naturaleza, sentimiento que se aprecia en sus tradiciones, leyendas y mitos, supersticiones, el arte, la música...